Además estas paralizaciones también afectan bastante al sectro turismo y a los exportadores de cobre, gas y produtos agrícolas de la selva cusqueña. Los cusqueños son buena gente, pero existen pequeños grupos que por motivos políticos satanizan la inversión extranjera. En general los cusqueños se sienten invadidos y utilizados por las invesiones que llegan de Lima o el extranjero. El dueño de un restaurante señala: "La envidia es algo natural aquí. Al cusqueño no le molesta que se haga algo en la ciudad, y si se hace ràpido, peor aún. Hay una excesiva pasividad y cuando ven que viene gente con otra actitud y más empuje, sienten un recelo fuerte."
Quizás una de las causas de este problema radica en cómo las compañías que llegan al Cusco manejan su comunicación con las comunidades y cómo se relacionan con ellas. Además la población quiere que la inversión de las compañías se traduzca en beneficios tangibles, en una posta médica o un colegio.
Es claro que para solucionar este problema el Gobierno debe prevenir confictos y comunicar a la población los beneficios de atraer inversión. Cusco es un diamante listo para ser pulido cuanto antes.
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